martes, 22 de marzo de 2011

Winston Churchill

Por alguna razón el día de hoy este personaje decidió hacerse presente ante mí. Un artículo del New Yorker y un clip de The Gathering Storm fueron lo necesario para hacerme pensar en él. Desde que estuve en el colegio sentí una extraña conexión con este personaje, debido a su estatus de ícono nacional inglés. Si bien al principio fue más fervor que conocimiento, ahora con mayor información mi admiración no ha disminuido.

Para la mayoría de personas él representa el “establisment” imperial inglés, pero lo que se puede concluir después de un poco de investigación, es que en realidad, él luchó toda su vida para hacer que este sistema se ajuste a él. Nació en el seno de una familia influyente y rica y su deficiente desempeño escolar lo obligó a tomar el camino militar antes de seguir los pasos políticos de su padre en el partido conservador.

Pero en su juventud tuvo la sabiduría de darse cuenta los errores de los tories y dio el ominoso “paseo al otro lado” de la cámara. Formó parte del gobierno whig de Lloyd George, pero eventualmente retornó a los tories para su “cita con el destino”. No se dejó amedrentar por el avance de sus años, el infortunio político y el ridículo, sino que los utilizó para cultivarse y escribir sobre su historia familiar, así como la de Inglaterra, ahora que juega un papel determinante en mi historia personal también.

Cuando llegó su hora, cumplió su deber a cabalidad, gracias a su carisma y determinación, aunque fue incapaz de reconocer los cambios que se avecinaban. Pero considero que la lección más importante que deja este personaje, mas allá de sus éxitos, es que aquellos que veneran la historia y aprenden de ella, están destinados a cambiarla y dejar su marca en la posteridad.

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