Acabo de ver “The Special Relationship” que junto con “The Deal” y “The Queen” cuentan la vida política de Tony Blair. Además de este tema común, en las tres películas Blair es interpretado por Michael Sheen, quien representa su papel de manera muy convincente, sin llegar a la parodia, hasta con la nerviosa sonrisa de gato de Cheshire. Pero a pesar de que las 3 películas tienen temáticas y personajes diferentes, a excepción de Blair y Alistair Campbell (quien siempre da el comentario sarcástico y cómico) todas llevan a la misma conclusión: Blair terminará traicionando a la otra parte, pero su imagen pública no se verá perjudicada.
El fin de todas estas películas podrá parecer noble: la victoria laborista, la salvación de la monarquía y el fin de la guerra en Kosovo, pero en realidad se reducen a una cosa: que Blair quede como la voz de la razón, como Campbell no dejará de recordarle. Lo peor de todo es que a pesar de todas la circuntancias, Blair mantiene esa imagen de “inocencia” que se muestra en su forma de hablar y gestos, lo que motiva a sus “antagonistas” a adoptarlo, sin percatarse de sus verdaderas intenciones, hasta el momento en que sienten el cuchillo clavado en la espalda. Pero como ninguna acción queda sin ser castigada, Blair se encontró con un manipulador más hábil que él: George Bush, quien en pocos meses se encargó de destruir su bien cuidada imagen pública con la guerra de Iraq, y que podría llevarlo a ser acusado por crímenes contra la humanidad.
En este punto creo que Gordon Brown, en la primera, La Reina Isabel II, en la segunda y Bill Clinton, deben odiarlo tanto como para unirse en un club de víctimas contra él. Aparte del cinismo, considero que Blair se muestra como un manipulador político que cree que actuó por el bien del país, aunque en su conciencia debe sentirse que es un traidor de todos quienes lo apoyaron en su carrera.
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